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Yunuen Parra

Los géneros que más utiliza son: poesía, cuento y reflexión periodística


Yunuen Monserrat Parra Herrejón (Morelia, 6 de julio de 2003) es slammer, tejedora y estudiante de Literatura Intercultural en la UNAM. Cuenta con un relato publicado en la Antología de escritoras de Morelia (Tait/ Municipio de Morelia, 2023). Obtuvo junto con Slam de poesía para morras el primer lugar en el 5° Slam Nacional MX (2023).

Fotografía tomada por Natalia Ruíz


A su vez, publicó una antología propia de poesía titulada Iunuri: raíz de agua (Ediciones Come Fuego, 2024). Actualmente estudia, escribe y organiza slams con sus amigas.


TEXTO LITERARIO

Mi tierra

Yunuen Parra


¿De dónde vienes?, me preguntan.

Yo vengo de mi tierra y mi tierra viene de mí.

¿De dónde eres?, me interrogan.

Yo soy de mi tierra y mi tierra está hecha de mí.

¿Dónde está tu tierra?

Pues donde estoy yo.

¿Cómo es tu tierra?

Pues como soy yo.

Yo que me contradigo por dentro y por fuera; arriba y abajo; izquierda, derecha.

Yo que no me estoy quieta y cambio como el canario de plumas.

Yo que me conozco tanto como me desconozco.

Y que, si un dedo no soy yo, tampoco mi tierra es un paisaje, un animal, una fruta, una canción, una historia.

Mi tierra es un ramo de historias, enjambre de sabores, colección de montañas, lotería de gente y álbum de flores.

Y si yo soy mi tierra

entonces soy lagunas, ríos, mares y charcos.

Soy la tierra del agua y a veces agua con tierra.

Tierra del agua cuando mis lagos no nacieron de ciclos hidrológicos sino de las lágrimas de una princesa que se volvió garza.

Agua con tierra cuando los desagües lloran sus desechos en los cuerpos cristalinos y nuestro efecto invernadero los consume.

Soy las sirenas que manipulan corrientes, proveen peces y ahogan hombres.

Y soy las sireee-eee-eee-nas que “rescatan” ahogados, balaceados, asesinadas en las esquinas de mis colonias.

Soy las calles bachudas, piel reseca.

Soy terracería y cultivos de junio.

Soy estos bosques de oyamel que se prenden en llamas.

Soy los montes de carretera.

Soy la siembra de aguacate que seca mi boca.

Soy estatua, estatua de “los héroes”, conquistadores y “nuestras raíces”.

Soy la estatua de las Tarascas que sostiene la gloria de mi capital en plena avenida.

Pero también soy las de verdad, mujeres que en vez de un plato de manjares sostienen el hambre, sostienen la violencia, la falta de educación, la falta de atención médica y la discriminación, jugosa discriminación.

Soy la memoria que no recuerdo y el pasado que no viví, pero míos a fin de cuentas.

Soy las mariposas y charalitos que se alborotan en mi panza cuando te veo.

Soy las monarcas que migran al norte y mi tío que las va siguiendo.

Soy quienes salen a trabajar por mis calles y quienes no salen de ellas.

Soy esta piel de tule y mis sueños de barro.

Soy salario mínimo y cansancio máximo.

Soy protesta y censura.

Soy paros y trabajo.

Soy sol y luna.

Soy morras creadoras,

gritonas,

peligrosas,

tejedoras,

bailadoras,

oradoras.

Soy todo lo que he nombrado y me falta por nombrar.

Porque yo,

yo soy mi tierra 

y mi tierra 

soy yo.


Lx poema

Yunuen Parra


No me asustan los rayos, ni la muerte ni la página en blanco.


Le temo a la “o”.


[“los humanos”, “los lectores”, “los poetas”]


Por eso la tacho,

la aplasto,

marco su tumba.


[“lxs humanxs”, “lxs lectorxs”, “lxs poetas”]


O la tuerzo como a un alambre,

colita de puerco,

serpentina.


[“les humanes”, “les lectores”, “les poetas”]


O solo la recargo en un palito

para que no se vaya rodando

y aplaste siglos,

kilos,

millas

de humanas, lectoras y poetas.



Cajita de música

A mis abuelas


Vi una cajita en tu armario

Una cajita

Una cajita

Una cajita


La abrí al pasito

La abrí al pasito


Qué es lo que vi

Qué es lo que vi


Una niña

que brincaba, que brincaba.


Una niña

que bailaba, que bailaba.


De puntitas, 

tocaba el cielo

y se pintaba 

de azul los dedos.


Sobre su eje,

giraba el mundo,

sobre su eje.


Esa niña baila en mí, vive en mis pasos, ríe en mi voz.


Es la niña infinito, la que un día fueron, que han sido siempre,


Abuelas


Y qué raro decirles “abuelas”

si yo las bauticé con los primeros brotes de mi habla:


“Titi”, “Mayis”


Las tres nacimos al mismo tiempo,

yo nací nieta, nieta de ustedes;

abuelas nacieron con mi nacer.


Y no es por tus ojos verdes.

Y no es por tu piel de atole.

Y no es por tus manos recias.

Y no es por tu voz de monte.


que yo me sé suya.


Es este sueño que traigo en los pies.

Abuela, tú querías ser bailarina.

Ambas pulían el pavimento

con la punta del zapato

dando giros

dando giros

en la casa,

en el mercado.


Titi, ¿quién te enseñó a bailar?

¿Fue tu abuela? “No”, me dijiste,

“pero sí a mover la masa,

a menear el atole,

a pararme temprano,

a coser el arroz.

Me enseñó a darlo a todo,

darles todo

lo que yo no tuve”.


Mayi, ¿a ti quién te enseñó?

“Fue mi madre, mi madre.

La que cantaba en la tormenta,

la que vestía de blanco,

la que cuidaba heridos,

la que crecía naranjo.

A ella le debo todo, todo.

Y por eso, crecí como ella”.


Abuelitas, ¿no se cansan?

¿No se cansan de cansarse?

De bailar a todas horas

en el puesto, en sus viajes.


Y entonces me toco la frente,

y entonces me limpio el sudor.


Cómo me voy a cansar.

Dime, cómo me voy a cansar

                                          si camino 

                                                    con los pies 

                                                             de MIS ABUELAS.


Que sin clases de ballet

brincan la vida,

saltan las penas,

mueven al mundo,

giran de puntas

y caen de pie.


Y caen de pie.


Como la niña

que baila, que baila.

Como la niña

que salta, que salta.


En tu cajita

de aquel armario

En tu cajita


En la cajita

Tu niña baila

En tu cajita



Abismo

Yunuen Parra


Me harté de la tierra y su firmeza.

Me harté de evadir la gravedad.

Me harté del horizonte infinito

que se me estrella en la frente a los dos pasos,

que me apresa desde los cuatro puntos cardinales.

Cuatro paredes.

Muros de libertad que se proyectan oasis.

Ventanas que se ocultan muros

y se jactan manantial ante mi sed.

Me ahogo.

Me hundo en el agua que nunca existió.

Me muero viva y muerta revivo

para llegar al mismo lugar.


Y yo solo quiero lanzarme al abismo,

calcular la profundidad con mi propio peso.

Recibir a la oscuridad de brazos abiertos.

Negrura que no me miente,

que no promete más de lo que ves:

Un último aliento

en vez de muchos suspiros.

Un último recuerdo

en vez de mil intenciones.

Un último instante

en vez de siglos de hastío.

Cierro los ojos

y empiezo a caer.


Publicado en: Parra, Yunuen. (2024). Iunuri: raíz de agua. Ciudad de México: Ediciones Come Fueg. Impreso.


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