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Yurisan Berenice Bolaños Ruiz

Los géneros que más utiliza son: poesía, cuento y otro.


Feminista, normalista, filósofa, docente rural y quizá, el rasgo que más la defina, sea el de obstinada lectora. Desarrolla una actividad académica centrada en estudiar los cruces entre filosofía y literatura, filosofía e infancias, así como el rescate histórico de pensadoras y filósofas de los siglos XVI y XVII. Maestra en Filosofía de la cultura por la UMSNH, candidata a Doctora en Filosofía por la UMSNH.

Publica textos breves de formato híbrido en su columna “Por la senda del ¡ya voy!” en la revista "Mil Mesetas”. Participa con la UNAM  en un proyecto de investigación sobre Democracias en


Fotografía de Yurisan Bolaños, tomada por Eduardo Pallares


América Latina, en la línea de género y violencia, también con la UPN en un proyecto de investigación sobre Estudios de las mujeres. Actualmente investiga la tensión entre amistad, muerte y escritura en la obra de Michel de Montaigne, así como la vida y obra de Marie de Gournay.


TEXTO LITERARIO

Mapas de color púrpura

Yurisan Berenice Bolaños Ruiz


Debe haber límites, en algún lugar…

Bárbara Kingsolver


Y debe haber vida, vida para las mujeres,

también, en algún lugar…


Mapas…

representaciones terrestres de fronteras, márgenes geográficos, delimitaciones entre naciones, 

planos que enmarcan y remarcan diferencias políticas, 

el afuera, el adentro, paralelos, meridianos, los polos, bordes y orillas…


Mapas de los cielos, 

cartas estelares que nos revelan universos inconmensurables, plagados de brillantes candiles que se asocian y forman cuerpos, estructuras relumbrantes a las que les adivinamos formas y les suponemos misteriosos poderes. 

Mapas que trenzan nuestros destinos y sellan o deshacen vínculos. 

Mapas que involucran implacables fuerzas, mapas de diosas y animales, constelaciones, galaxias, vía láctea, 

estrellas que terminan disolviéndose en polvo, cometas que trazan líneas y parten el firmamento.


Mapas de mares, 

Theatrum Orbis Terrarum que en la Edad Media daba luz sobre los límites del mundo. Embarcaciones que navegaron con brújula en mano y descubrieron paisajes y en esos paisajes encontraron mujeres de piel rojiza y largos cabellos azabaches, mujeres que se cubrían los pezones con jade y caminaban descalzas. 

Nuevos continentes nunca imaginados. 

Mapas que destrozaron las antiguas fantasías europeas que cercaban los confines terrestres en un margen muy estrecho. 

Hombres que usaron mapas para masacrar pueblos, para destrozar culturas y violar niñas.


Mapas de mares, 

mundos que se atrincheran dentro de contornos acuosos. 

Mapas de mares que se expanden y se expanden hasta fundir los golfos, las corrientes y los océanos en una sola masa de agua salada que amenaza con tragarse todo.


Mapas de tierra amontonada, formaciones rocosas, montañas, depresiones y llanuras, placas tectónicas que se desplazan, suelo móvil del que brotan volcanes, cordilleras que encadenan montes. 

Acantilados, colinas y mesetas. 

Archipiélagos, laderas y valles. Animales que recorren el horizonte sin que ninguna frontera los contenga. 


Mapas de fauna, 

de especies desconocidas, manadas de mamíferos que duermen con un ojo abierto, 

reptiles que se arrastran y ofrecen manzanas a bocas sedientas de carne y sexo. 

Mapas de fauna. 

Animales sin vertebras, insectos, moluscos, lombrices, sanguijuelas y las aves, seres que vuelan y renacen después de que los incendios los reducen a cenizas.


Mapas de flora, 

las plantas, los helechos, los árboles de gruesas y retorcidas raíces abriendo zanjas y encausando ríos. 

Mapas de vegetación, hiedras que crecen desordenadas cubriendo antiguas ruinas, ocultando la sangre y la linfa. 


Mapas de climas, 

zonas áridas, secas, manantiales húmedos y templados, lugares polares donde la vida se extingue en una noche perpetua. 

Mapas de ecosistemas; de bosques con sus encinos, sus pinos, sus oyameles. 

Mapas de selvas y pastizales.


Mapas cerebrales, 

conexiones nerviosas echando chispas y erizando los vellos de la espalda. 

Cortezas, hemisferios y lóbulos, médula espinal. 

Descargas eléctricas que mueven los brazos y las piernas. Relámpagos que atraviesan las cabezas e iluminan a las musas. Neuronas recorriendo la nuca y dilatando los poros. Estímulos que se convierten en impulsos, excitación del sistema nervioso. 

Ojos abiertos y retinas dilatadas.


Mapas del cuerpo, cuerpo como mapa…

Huellas del tiempo y la memoria, cicatrices, marcas de otros cuerpos, heridas de combates pasados, impresiones que han dejado los viajeros, los exploradores y aquella excursionista que se adentró en la espesa selva del pubis y nunca volvió. 

El cuerpo es un mapa, tiene caminos ya transitados y veredas que nunca serán descubiertas, tierras colonizadas y mares salvajes, impenetrables. 

El cuerpo es piel y la piel es mapa: mapa-cuerpo, cuerpo-mapa, cartografía de vellos, uñas y lunares. 

Carne hecha signo, símbolo de algo que palpita dentro. 

Sin rosa de los vientos que guíe sus travesías, el cuerpo se recorre sin saber de norte o sur; quizá las pecas o los bordes, las estrías y arrugas puedan servir como coordenadas. 

No hay más. 

El cuerpo es un mapa que no necesita brújula, ni escalímetro, ni bitácora.  


Y los mapas de color púrpura…

Mapas de esta geografía sangrante, 

mapas que se caminan de prisa por las noches con zapatos rojos y mandíbulas apretadas, en silencio. 

Mapas de mujeres que un día salieron a trabajar y no volvieron, de niñas raptadas al salir de la escuela, de madres que abren todos los días las puertas de la casa por sí algún día regresan las ausentes. 

Mapas de desaparecidas, 

de abuelas dignas y rabiosas que salen a buscar a sus nietas con palas y picos, que escarban en descampados y abren fosas repletas de huesos. 

Mapas de mujeres que recorren las ciudades y tocan en cada casa y andan por las calles con la foto de la hija en la mano y el sol ya no les quema, y la lluvia ya no les moja, y el hambre ya no les roba el sueño y ni sed, ni frío, ni nada… 

Y mientras yo escribo y tú lees, violan a María, matan a Victoria… y entonces el mapa crece, una cruz marca el lugar en donde se encuentra el cuerpo sin vida, ese cuerpo que también era mapa… Y entonces los peritos y la policía y esa justicia asquerosa que  nunca se inmuta, que no se duele. Y la madre grita y exige, y pasa un año y otro…

Y después, 

después, 

todo vuelve a ser un punto en un mapa.


Publicado en: Bolaños Ruíz, Yurisan Berenice. (2023). Mapas de color purpura en Nuñez Ramos, María de la Luz (comp.). Mujeres con piel de pluma, México: Congreso de Michoacán de Ocampo. pp. 35-39.


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